viernes, 21 de septiembre de 2012

Panorámica invernal



Sólo me quedan veinte dólares
para comprar El imperio británico.
Todas las calles de Boston me parecen iguales.
Los coches y la gente son puntos
 de color en un lienzo gastado.
En el cruce de Exeter con Boylston
los zancajos de un homeless
asoman por unas deportivas rotas.
Al entrar en Prudential,
el eructo de un joven apesta a salchicha y a mostaza.
El imperio británico vale veinte setenta,
(no llevo más que veinte).
Una elegante dama mira impaciente su reloj:
un Rolex de oro.
Fuera, la nieve engulle a la ciudad:
en Public Garden se ha tragado a una familia de patos,
(eran de bronce).
George Washington, vestido de fantasma,
monta un caballo indio.
Vuelvo a encontrarme con el pobre.
le doy los veinte dólares
(Ferguson puede esperar).

El metro huele a morgue y a manzana.
El puerto está encogido y en silencio.
Las gaviotas no vuelan en la nieve.

 Mariela Diego



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